Hace ya mucho tiempo vivió en Tahití un Rey de nombre Teahupoo. Era un rey guerrero y temido al que le gustaba coleccionar las cabezas de sus enemigos. En los antiguos dominios de Teahupoo se encuentra una ola tan temible como el propio monarca.

Algunos la describen como un muro de agua, un agujero en el océano, o un fenómeno “freak” de la naturaleza. La singular configuración del arrecife es una de las explicaciones a semejantes comparaciones, que no son en absoluto exageraciones gratuitas. Imágenes como las de la ola que el conocido surfero Laird Hamilton cogió el pasado verano así lo corroboran. El espesor de dicha ola es descomunal, lo que da idea de su fuerza y de la enorme masa de agua que desplaza. El propio Laird aseguró haber sentido mucho miedo surfeando ese monstruo que a buen seguro hubiera acabado con su vida si llega a caerse.

Marc Occhilupo, el australiano ex campeón del mundo de surf, también se asustó al ver por primera vez la bestia. “Algún día esta ola matará a alguien” fue su comentario. Una frase profética que desgraciadamente se hizo realidad el año pasado cuando un surfero local moría al golpear el fondo rocoso con tal violencia que su cráneo se partió en dos. Teahupoo no perdona errores.

Quizás el sanguinario rey haya decidido reencarnarse en la ola que lleva su nombre para seguir cobrando su tributo y así perpetuar su leyenda.

Por cierto, Teahupoo significa muro de calaveras...